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jueves, 4 de octubre de 2012

carta de Fransisco Canton

¿Por qué fue creado el Territorio Federal de Quintana Roo?
Cartas que intercambiaron los señores Gral. Porfirio Díaz, Presidente de la República y Gral. Francisco Cantón, Gobernador del Estado de Yucatán

Copia de la correspondencia habida entre el Gral. Don Francisco Cantón gobernador de Yucatán, y el general Porfirio Díaz, Presidente de la República, sobre el asunto del Territorio de Quintana Roo.. Nov. 1901 a enero de 1902. (Son 5 cartas).
“Mérida, Yucatán, noviembre 14 de 1901. –Mi querido general y respetable amigo: En los actuales momentos, a la parte pensadora del pueblo yucateco preocupa hondamente la iniciativa de la Secretaría de Gobernación en la Cámara de Diputados, relativa a la conversión de la mayor parte del Territorio Federal. Ante todo, debo manifestar a usted que las apreciaciones que voy a permitirme aventurar, son de un orden absolutamente personal y privado, pues como Gobernante, subordinado adicto y leal amigo de usted, en todo caso procederé en el sentido que usted se sirva indicarme, teniendo yo la firme convicción de la elevación de miras y desvelo por el bien público que han presidido siempre los actos de usted.
No pretendo examinar la constitucionalidad de la creación de un Territorio Federal en el seno de este Estado; desde luego y sin vacilar reconozco que Yucatán no puede por sí solo, como no ha podido en más de medio siglo, recuperar, pacificar y conservar ni menos colonizar y fomentar la comarca sudoriental segregada hace cincuenta y  tres años por la rebelión de los mayas, de la acción política y administrativa y del movimiento progresista y civilizador de la República, y creo firmemente que sólo la Nación está en condiciones de obtener esos beneficios. Pero no pudiendo realizarse éstas con la libertad de acción y eficacia necesarias, permaneciendo la zona reconquistada bajo la jurisdicción del Estado, se impone  la conveniencia de erigirla en territorio federal. Por otra parte de este modo se asegura la paz y la tranquilidad de tranquilidad de Yucatán y señaladamente de sus fronteras que  tanto han sufrido en la guerra social, no sólo respecto a la agresiones de los intransigentes, indómitos y feroces mayas rebeldes, sino  también a sus relaciones con la colonia británica de Belice, quedando asimismo a cubierto ese extremo del territorio nacional de cualquiera otra potencia ambiciosa que codiciara una intervención interesada en su asuntos.
Más al lado de esas conveniencias, mi general, surge la consideración de que, aceptando la amplitud que la iniciativa demarca al futuro territorio, el Estado de Yucatán no sólo perdería la dilatada comarca sobre la que de hecho ejercían la jurisdicción ilegal y arbitraria los indios sublevados sino además una importante extensión de terrenos que hace muchos años ocupa, que está bajo su inmediata y directa administración y en la que existen numerosas poblaciones habitadas, como El Cuyo y anexas de la Compañía Agrícola, las de la Colonizadora en la costa oriental, y las pobladas Islas “Mujeres”, Cozumel y Holbox. De esta manera, el Estado quedaría reducido a su porción más árida y pedregosa, que sólo debe su vida al inusitado precio del henequén que nace y se desarrolla entre sus peñas y que constituye al presente, el único factor de su riqueza pública y de su movimiento mercantil. Pero cuando baje ese precio a su tipo normal, lo que frecuentemente ha sucedido, no poseyendo otras industrias, Yucatán necesitaría, le sería indispensable buscar la existencia en otros productos agrícolas y en la industria pecuaria, para los que no es propicia la pedregosa y árida  zona, ahora floreciente, merced no más al henequén. Para comprobar que este Estado es por su naturaleza escaso de producción e industrias, basta fijarse en que es uno de los más importadores de la República, porque todo lo recibe del exterior para su subsistencia y no exporta más que la expresada fibra, sin la demanda de la cual volvería a su antigua y tradicional pobreza. Con objeto de capturar, en parte al menos, los graves males indicados y atenuar la profunda y penosa impresión que en el pueblo yucateco, que es a usted tan adicto, ha producido el proyecto que nos ocupa, me tomo la libertad de insinuar al recto juicio de usted que la línea divisoria entre el Estado y el nuevo Territorio, parta de Tulum, en la costa oriental, y se dirija al vértice que separa Yucatán de Campeche, al punto Put y de allí al sur a la frontera de Guatemala. De esta manera, el Territorio Federal comprenderá una vasta zona la más rica y exuberante de la Península de Yucatán sólo dejará al Oriente cierta extensión de terreno que, como he dicho, le será indispensable para subsistir, el día en que el henequén, su único elemento actual de riqueza pública, perdiese la importancia inusitada que al presente tiene. La conmoción y pena que noticia del desmembramiento del territorio del Estado ha ocasionado en los yucatecos, mi general, se explica fácilmente por el profundo amor que tienen a esos campos reconquistados por sus padres, después de la conflagración de 1848, en medio de sufrimientos indecibles y de épicos combates y consagrados con tanta sangre vertida y tantos sacrificios consumados allí, durante medio siglo, y por la segregación de  tantos puntos como Tihosuco que fue una de las poblaciones más florecientes de la Península y que es una de nuestras más gloriosas y queridas reliquias históricas, célebre por los numerosos y rudos combates librados en su recinto, durante la guerra social y por sus heroicos y legendarias defensas. Recordando, mi general, las consideraciones que su benevolencia se ha servido dispensarme, sus levantados propósitos a favor de Yucatán y su siempre recto criterio, me permito elevar a su alto juicio, con mi atenta súplica, las anteriores reflexiones, que no dudo se dignará analizar con el reposo y discreción que le caracterizan, repitiéndole que, en todo caso, siempre estaré dispuesto a obrar en el sentido de sus superiores indicaciones. Queda de usted, entre tanto, son respetuoso afecto, su atto. Sr. Sincero y amigo y adicto subordinado, Q. B. S. M. Francisco Cantón”.